Cosas de casa.

Nos hemos acostumbrado a escuchar, en el panorama político actual, que los casos de corrupción vienen de manzanas podridas, de gente que sale rana, como si nadie se lo esperaba.

Los casos que aparecen en los medios siempre se analizan (por llamarlo de alguna manera) de manera aislada. Y al igual que cuando Emilio Botín falleció y parecía que había sido él sólo el responsable de la expansión y auge de su negocio familiar, ahora parece que Rodrigo Rato es un señor de éxito que apareció de la nada y que ahora ha caído en desgracia.

Hay un libro excelente que analiza cómo las familias cercanas al régimen franquista se hicieron de oro cuando los militares alzados contra la república ganaron la Guerra Civil y se conformó la dictadura. Dos de esas familias cercanas al régimen, que vivieron y se enriquecieron gracias a esa colaboración. Una es la familia Aznar y su naviera, el padre y el abuelo de José María Aznar, quien siempre llevó de su mano a Rodrigo Rato. Escuchaba hace poco unas declaraciones del expresidente donde decía que Rato y él habían sido amigos desde pequeños. Claro.

Rodrigo Rato, hoy en la palestra por sus devaneos con la Hacienda pública (entre otras cosas, no hay que olvidar que aquí hay varias causas abiertas), podría seguir los pasos de su padre, que también acabó con sus huesos entre rejas por problemas con la Hacienda pública.

Os dejo un pequeño fragmento del libro » Ricos por la guerra en España» de Mariano Sánchez Soler:

 

En sus trapisondas industriales, Nicolás [Franco Bahamonde] contactó con el empresario Ramón de Rato Rodríguez de San Pedro, padre de Rodrigo Rato, heredero de una importante fortuna personal consolidada tras su boda con una hija de los poderosísimos Figaredo, de Gijón, y amasada por su abuelo, Faustino Rodríguez de San Pedro, alcalde de Madrid en 1890 y ministro con Antonio Maura en 1903.

Como el hombre de acción que era y como franquista con devaneos nacional-socialistas en las décadas de los treinta y cuarenta, Ramón de Rato cometió el error de querer cobrar una deuda de 4 800 000 pesetas a Nicolás Franco. A fin de cuentas, ambos tenían en común su alan negociante, se las habían visto varias veces en los juzgados saliendo siempre indemnes y, durante la Guerra Civil, habían actuado desde la comodidad de los cuarteles mayores.

Rato formó parte del equipo de propaganda franquista creado en Salamanca por Serrano Suñer, lo que le valió participar en la fundación de Radio Nacional de España y colaborar en la reactivación de la Cadena Ser con el abuelo del anterior presidente del Gobierno, Manuel Aznar Zubigaray, periodista curtido que puso su pluma y su inteligencia al servicio del Dictador. En 1941, alejado de la política, Ramón de Rato se dedicó a los negocios y adquirió Radio Toledo, emisora a partir de la cual creó la Cadena Rato, uno de los más importantes grupos privados de radiodifusión en España, que acabó teniendo 66 emisoras cuando fue vendida, en 1990, a la ONCE por 5000 millones de pesetas y dio lugar a la actual Onda Cero.

La colisión entre ambos patriotas se produjo en 1966, cuando Ramón de Rato reclamó ante los tribunales el préstamo concedido a Nicolás Franco Bahamonde por el Banco Siero, presidido por él, y cuyas letras le habían sido protestadas. Cansado de insistir, solicitó el procesamiento del hermano del Dictador. Sin saberlo, había abierto una caja de los truenos que alcanzó incluso al consejo de Ministros, controlado por los tecnócratas del Opus Dei. En este trance, la Rumasa de José María Ruiz Mateos, en una estrategia de expansión bancaria diseñada por el cerebro financiero de la Obra, Pablo Bofill de Quadras, aprovechó para comprar el banco, a un precio fijado por el Ministerio. Acusado de evasión de capitales a Suiza, Ramón de Rato fue encarcelado. Según él, se trataba de una venganza urdida por Nicolás.

Algo de razón debía de tener, porque zafarse del fisco y traficar con divisas en aquella época, eran actividades financieras casi cotidianas. Convencido de su equivocación, Rato envió al hermano del Dictador las letras impagadas, acompañadas por una carta en la que le pedía excusas y le indicaba, amablemente, que pagara las letras cuándo y cómo quisiera. La respuesta de Nicolás fue demoledora: «Al hermano del Caudillo de España no se le molesta por cuatro millones ochocientas mil miserables pesetas», dijo.

 

Publicado el 17 abril, 2015 en Politica. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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